Tras la publicación en el BOE de la Instrucción de 19 de marzo de 2020, del Ministerio de Sanidad, por la que se establecen criterios interpretativos para la gestión de la situación de crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19, que permite salidas terapéuticas durante el estado de alarma y menciona específicamente a personas con autismo, ha habido episodios en los que alguna de las personas beneficiadas por la interpretación realizada por el ministerio han topado con recriminaciones y reproches por no saber su condición de discapacitadas por TEA. Para prevenirlo ha surgido una campaña que propone distinguir a estas personas con un brazalete azul que una vez sea generalmente conocido como distintivo del colectivo prevenga reacciones airadas de otros ciudadanos. Rafael J. Álvarez plantea en El Mundo si se trata de una protección o un estigma.